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Cazando bulos o desvaneciendo sombras…
Analizamos la profecía del padre Francisco Margallo sobre la destrucción de Bogotá
El clérigo se encontraba iracundo y deseaba causar temor entre los santafereños

Bogotá D.C., 23 de agosto de 2023. Sala de Redacción de ACCIÓN 13 Noticias. El 7 de junio de 1827, en medio de una gran polarización y agitación política que enfrentaba a los partidarios liberales federalistas de Francisco de Paula Santander y a los de Simón Bolívar y su gobierno centralista, un grupo de liberales radicales, conocidos como "los chircales", ingresaron al recinto de la Capilla del Sagrario, causando daños a objetos y símbolos religiosos, y realizando actos considerados sacrílegos por la comunidad católica, este episodio hizo que el padre Francisco Margallo y Duquesne, lanzara una especie de maldición o profecía que hablaba sobre la destrucción de Bogotá por una serie de terremotos, casi doscientos años después, cada vez que en agosto ocurre un sismo en la capital colombiana, se suelen recordar las palabras del clérigo.

El 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán Santa Fe

“El 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán Santa Fe”, la clásica profecía que anuncia un hecho que ocurrirá en un futuro impreciso. Imagen ilustrativa creada por Inteligencia Artificial. Foto crédito: https://playgroundai.com/.

Lo ocurrido en la Capilla del Sagrario, causó gran conmoción en la sociedad religiosa de la Santa Fe de inicios del siglo XIX, y sirvió para alentar la imagen de los liberales como radicales anticatólicos y peligrosos para la estabilidad del país.

Después de la profanación de la Capilla del Sagrario en 1827, las autoridades emprendieron acciones para investigar y responsabilizar a los autores. Según algunos registros históricos, varios de los individuos involucrados en la profanación fueron arrestados y llevados a juicio. Sin embargo, debido a la naturaleza tumultuosa de la política y la sociedad en ese momento, las consecuencias exactas y los detalles de lo que sucedió después pueden variar según las fuentes históricas.

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Como sea tal fue el contexto en el que el sacerdote católico Francisco Margallo y Duquesne, enardecido por la proliferación de las ideas liberales, incluso una placa lo recuerda así: "El padre Margallo tenía la intención de castigar a los impíos y masones que irrumpían en la capital, divulgando las enseñanzas de Jeremías Bentham en las aulas del Rosario".

Hay que señalar que Jeremy Bentham (1748-1832) fue un filósofo, jurista y reformador social británico, conocido por sus contribuciones al utilitarismo y sus ideas sobre la legislación y el gobierno. Las teorías de Jeremy Bentham, centradas en el utilitarismo y la búsqueda de la mayor felicidad, tenían implicaciones para cómo se consideraban las cuestiones religiosas en términos de su impacto en el bienestar humano. Si bien Bentham no se enfocó exclusivamente en la religión, sus ideas influenciaron la forma en que se analizaban las instituciones y las normas religiosas desde una perspectiva ética y social.

La profecía del padre Margallo sobre la destrucción de Bogotá que ocurrirá en un año que no dijo…

El oscuro profeta levanta su mano y lanza su ominosa profecía sobre el fin del mundo

Imagen ilustrativa creada por Inteligencia Artificial. Foto crédito: https://playgroundai.com/.

Ahora bien, la tan cacareada profecía hecha por Margallo y Duquesne, dice así: “El 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán Santa Fe”, y fue pronunciada en la homilía del 31 de octubre de 1827. Inicialmente es probable que las mentes más cultivadas asumieran las palabras del religioso con escepticismo, pero para la gran mayoría del pueblo, sin ningún tipo de estudio y criados en un temor reverencial inculcado por los conquistadores españoles en los indígenas y criollos, las palabras de un sacerdote eran de total credibilidad.

Podemos imaginar entonces el terror que se produjo en estas personas sencillas y muy supersticiosas, cuando tiempo después de la profanación de la Capilla del Sagrario, el 15 de noviembre de 1827, un terremoto causó grandes afectaciones en la ciudad de Santa Fe. El libro Reminiscencias de Santafé y Bogotá de José María Cordovez Moure, describe este incidente así: “Ocurrió el 15 de noviembre de 1827 [...] ningún terremoto había causado en Santafé tantos daños”.

Hay que tomar en cuenta que, aunque la medición de la intensidad de los sismos comenzó a desarrollarse en el siglo XIX, en 1827, en la Gran Colombia la comprensión de los terremotos y la capacidad de medir su intensidad eran limitadas en comparación con los enfoques más sistemáticos y científicos que se desarrollarían más tarde.

Los registros de terremotos en el siglo XIX a menudo se basaban en descripciones verbales y observaciones cualitativas de las personas que experimentaban el evento. Los informes de testigos y las descripciones de los daños en edificios y propiedades eran los principales medios para evaluar la magnitud de un terremoto y su impacto en la población y el entorno. Hasta entonces, la información sobre los terremotos se basaba principalmente en descripciones verbales y observaciones cualitativas, lo que dificultaba la comparación y el análisis de diferentes eventos sísmicos. A medida que la ciencia avanzó, se sintió la necesidad de tener un sistema más objetivo para cuantificar y comparar la intensidad de los terremotos.

Otro punto que hay que tomar en cuenta es la forma y la calidad de las construcciones de la época las cuales no eran para nada antisísmicas por lo que ante un movimiento sísmico fuerte los daños en la infraestructura eran generalmente grandes.

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Mas adelante, ya en el siglo XX, exactamente el 31 de agosto de 1917, un potente sismo se hizo sentir en la ciudad de Santa Fe, (hoy Bogotá), el cual fue seguido de siete replicas, lo cual ocasionó el derrumbe de varias edificaciones en el centro y en Chapinero. Entonces, nuevamente se acordaron los bogotanos de la profecía / maldición hecha por Margallo y Duquesne, y desde entonces, cada vez que tiembla en agosto, la profecía es evocada.

Destruyendo la superstición

La ciencia usa la lógica y la razón para analizar los datos que son puestos bajo su lente

Imagen ilustrativa creada por Inteligencia Artificial. Foto crédito: https://playgroundai.com/.

Ahora bien, entremos a analizar lógicamente la famosa profecía: “El 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán Santa Fe”

En primer lugar, vamos a desglosar la profecía en sus elementos básicos:

1. El 31 de agosto
2. de un año que no diré,
3. sucesivos terremotos
4. destruirán Santa Fe

La profecía de Margallo y Duquesne trae cuatro elementos, pero a estos hay que sumarle un contexto para darle coherencia:

1. La personalidad y alineación ideológica y política de Francisco Margallo y Duquesne

2. El momento histórico en el que se produjeron los hechos (31 de octubre de 1827).

3. Y las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que fue anunciada la profecía. (La homilía)

Puestos en su lugar los siete elementos constitutivos de la profecía, empecemos a analizarlos uno por uno:

La personalidad y alineación ideológica y política de Francisco Margallo y Duquesne: Nacido en 1765 y muerto en 1837, Margallo y Duquesne sobre él encontramos en la tesis doctoral de la Universidad Pompeu Fabra / 2018 “Santander: Su importancia en la transición educativa del Imperio español a la República de Colombia, y su influencia en la formación de una ideología e instituciones liberales” de Camilo Andrés Triana Cáceres, esta información:

“De todas estas influencias liberales y patriotas merece un punto y aparte la figura de Francisco Margallo y Duquesne, profesor de teología escolástica, realista de nacimiento, sin embargo, apoyó la causa patriota firmando la declaración de Independencia absoluta de Cundinamarca de 1813. Por este acto, Margallo fue juzgado tras la llegada de Morillo al corazón del virreinato, pero debido a que realmente no fue un patriota activo que se atreviera a tomar las armas contra la Corona fue perdonado por El Pacificador. La influencia de Margallo en Santander es profunda, pues el prócer vio siempre en el eclesiástico a una persona apegada a sus convicciones, respetuoso de la palabra empeñada y las leyes convenidas. Sin embargo, Margallo fue uno de los duros críticos de la inclusión del benthamismo en el pensum de colegios y universidades colombianas. Santander no fue su contradictor directo, lo fue Vicente Azuero, Azuero se hizo cargo de debatir la conveniencia de estudiar las tesis de Bentham en el país y de justificar la inclusión de este pensador en las cátedras. A pesar de las fuertes críticas que recibió la inclusión de Bentham en el currículo nacional por parte de Margallo, Santander decidió patrocinar posteriormente la capilla del Sagrario que el padre Margallo regentaba, lo que prueba una admiración de Santander hacia Margallo más allá de las desavenencias políticas”.

El momento histórico en el que se produjeron los hechos (31 de octubre de 1827): : Una gran turbulencia política se vivía en la Gran Colombia, por esos días, liberales federalistas partidarios del general Francisco de Paula Santander y los centralistas de Simón Bolívar caldeaban los ánimos, lo cual derivó en que un grupo de liberales radicales, conocidos como "los chircales", terminaran profanando la Capilla del Sagrario en octubre de 1827, y al año siguiente, se produjera la Conspiración Septembrina, es decir el atentado contra la vida de Simón Bolívar ocurrido en Bogotá el 25 de septiembre de 1828, y luego el asesinato del mariscal Antonio José de Sucre, ocurrido el 4 de junio de 1830.

Las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que fue anunciada la profecía. (La homilía): La profecía fue proferida durante la homilía, la cual es definida como “Discurso o sermón sencillo que pronuncia en público un sacerdote y que contiene explicaciones o instrucciones sobre ciertas materias religiosas, a menudo relacionadas con la sociedad o la actualidad.”. La homilía de Margallo y Duquesne, se produjo el 31 de octubre de 1827, es decir, algo más de cuatro meses después de la profanación de la Capilla del Sagrario y casi un año antes del atentado contra Bolívar.

La ambigüedad en la fecha en que se produciría la supuesta destrucción de Bogotá: “El 31 de agosto”… “de un año que no diré” es una fecha abierta, una estratagema muy utilizada por profetas y adivinos a lo largo de la historia para evitar ser sorprendidos en su engaño. Si el “iluminado” ponía una fecha específica, por ejemplo, el 31 de agosto de 1840, llegada esa fecha si no ocurría lo pronosticado el profeta quedaría en ridículo, por eso dejan la fecha abierta así si algún día se llega a producir lo pronosticado siempre será atribuido a la profecía.

A lo largo de la historia, varias tradiciones y culturas han tenido profecías sobre el fin del mundo o eventos apocalípticos. Algunas de estas profecías han incluido descripciones detalladas de eventos catastróficos, pero no han proporcionado fechas específicas. Un ejemplo es la profecía maya que predijo el fin de un ciclo en su calendario en diciembre de 2012. Aunque se generó mucha especulación sobre el significado de esta fecha, no se produjo un evento apocalíptico. Sin embargo, es importante señalar que muchas de estas profecías a menudo tienen interpretaciones diversas y cambiantes a lo largo del tiempo.

En últimas son las personas que quieren creer en las profecías, las que terminan dándoles cumplimiento al atribuir a un hecho determinado que se produce en una fecha posterior a cuando se dijo la profecía su cumplimiento.

Ahora bien, si bien este concepto se basa en el concepto de "profecía autocumplida", es importante matizar que no todos los casos de profecías siguen esta dinámica y que hay varios factores en juego.

En algunas situaciones, las personas que creen en una profecía pueden interpretar eventos posteriores como su cumplimiento, incluso si la relación causal entre la profecía y el evento es ambigua o indirecta. Esta interpretación selectiva puede influir en la percepción del cumplimiento de la profecía, aunque no necesariamente implique que las acciones individuales hayan causado directamente ese resultado.

No obstante, es necesario señalar que no todas las profecías tienen un resultado autocumplido. Algunas pueden ser más amplias, ambiguas o simbólicas, lo que hace que la conexión entre la creencia y el cumplimiento sea más compleja. Además, otros factores, como las circunstancias históricas, culturales y naturales, también influyen en la interpretación y el cumplimiento de las profecías.

En resumen, si bien la creencia en las profecías puede contribuir al efecto de profecía autocumplida en algunos casos, no es una explicación definitiva para todos los escenarios. La relación entre la creencia en las profecías y su cumplimiento es más intrincada y multifacética de lo que podría implicar esta afirmación inicial.

La forma en que se produciría la supuesta destrucción de la ciudad de Bogotá: Margallo señala a sucesivos terremotos como la causa de la destrucción de Bogotá. Hay que señalar que, aunque no es fácil encontrar información específica sobre el número exacto de terremotos o temblores muy fuertes que se experimentaron en Bogotá desde su fundación hasta 1827, Colombia es un país ubicado en una región sísmicamente activa debido a su posición en el Cinturón de Fuego del Pacífico, por lo que ha experimentado eventos sísmicos a lo largo de su historia.

Eso significa que, tanto Margallo como los neogranadinos tenían que haber experimentado por lo menos un temblor fuerte a lo largo de sus vidas y, muy probablemente sabían de la destrucción que un terremoto podía causar, es más, fresco en la memoria de todos debía estar el terremoto de Caracas, Venezuela el cual se produjo el 26 de marzo de 1812, causando daños graves y provocando la muerte de miles de personas. Este evento sísmico también fue importante por su impacto en el contexto histórico, ya que ocurrió durante la lucha por la independencia de Venezuela.

En ese orden de ideas era lógico que Margallo usara un terremoto para escenificar su destrucción de Bogotá, además, por la experiencia de Caracas, muy probablemente sabía que después de un gran terremoto, siguen varias replicas o sismos de menor intensidad: por eso habló de “sucesivos terremotos”

Ahora bien, hay que tomar en cuenta que la corteza terrestre se mueve en forma constante, por lo que todo el tiempo se producen movimientos telúricos que van desde los imperceptibles para los sentidos humanos hasta los más devastadores terremotos, así, aunque en 1827, el conocimiento sobre los movimientos tectónicos y la naturaleza de los terremotos estaba en una etapa incipiente y no se había desarrollado la comprensión actual de que la corteza terrestre se mueve constantemente y que los terremotos son una consecuencia de estos movimientos, no era imposible que Margallo supiera que un terremoto era algo factible en cualquier momento, por eso lo usó como una forma de causar temor en quienes lo estaban escuchando en su homilía.

La destrucción de Bogotá: Margallo, como clérigo judeocristiano estaba acostumbrado a infundir temor entre sus fieles por cuanto eso es propio de este tipo de religiones. “Si te portas mal según los preceptos de la religión, te iras al infierno”, “Dios te castigará si no obedeces y respetas a los sacerdotes”, etc., así que era lógico para alguien como él, amenazar a los liberales con la destrucción de Bogotá como castigo por haber profanado la Capilla del Sagrario o por introducir a Jeremy Bentham en la educación.

Como un plus habría que añadir que para 1827 era muy fácil que ante un terremoto se hubiera producido una gran destrucción en Bogotá, esto por cuanto, las construcciones de ladrillo, bareque, guadua, barro y materiales similares que eran usados en esa época son frágiles ante los terremotos debido a su falta de resistencia estructural, su baja ductilidad y su incapacidad para absorber y disipar la energía sísmica de manera efectiva.

Aunque es difícil presumir cuanta destrucción se produciría en Bogotá ante un eventual terremoto en la segunda mitad de siglo XXI, está no sería tan grande como podría haber ocurrido en el siglo XIX o como ocurrió en 1917, comparados tamaño de la ciudad y número de habitantes, esto debido al tipo de construcción actual, los materiales empleados, los ejercicios de evacuación en caso de terremoto, y otras medidas de prevención en caso de desastres naturales.

En palabras más llanas: La profecía de Margallo sobre la destrucción de Bogotá un 31 de agosto de un año jamás mencionado, es falsa debido a todo lo analizado y por cuanto, aunque es muy probable que se produjeran daños de consideración en muchas partes viejas de la ciudad, las más modernas sufrirían menos daños. Claro, todo depende de la intensidad del terremoto.

Ahora bien, no es menester profundizar en ese tema, porque no somos adivinos. Lo único científicamente cierto es que para esta fecha, agosto de 2023, es imposible predecir la fecha en que se producirá un terremoto.

Con información de: Chat GPT, https://es.wikipedia.org/. https://www.tdx.cat/, (CAMILO ANDRÉS TRIANA CÁCERES, TESIS DOCTORAL DE LA UNIVERSIDAD POMPEU FABRA / 2018), http://zimbrauc.ucol.mx/, https://urosario.edu.co/, https://cambiocolombia.com/, https://redmas.com.co/, https://www.elpais.com.co/.

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